viernes, 26 de marzo de 2010

LAS COSAS BIEN HECHAS

Los Milwaukee Bucks pueden ser considerados, junto con los Thunder de Oklahoma City, el equipo sorpresa de esta temporada.





Una franquicia legendaria, en la ciudad de la cerveza desde el año 1968, y que logró en 1971 el primer y único título de su historia con Lew Alcindor y Osar Robertson en sus filas. En el 74 jugaron su última final de la NBA (cediendo ante Boston Celtics).


Durante la década de los 80 (Con Sikma, Moncrieff , Cummings y Don Nelson a los mandos), fueron habituales en las Finales de Conferencia, pero fueron incapaces de superar el poderío verde, y pese a lograr 7 títulos de División, no cataron Final de la NBA alguna.
En los 90 vivieron una auténtica travesía por el desierto, hasta que en el año 2001 volvieron a la zona noble de la mano de un Big Three formado por Ray Allen, Sam Cassell y Glenn Robinson, aunque volvieron a quedarse a las puertas de la Final de aquel año, por culpa del mejor Allen Iverson jamás visto.

Tras aquel repunte, vuelta a la mediocridad, con una temporada pasada en la que firmaron un récord de 34-48, acabando últimos de su División Central.

Después de un decepcionante curso pasado, muchas voces situaban a los de Wisconsin en la parte más baja del Este para esta temporada, y sobre todo cuando recién finalizada la pasada campaña, enviaban a Richard Jefferson, uno de los puntales del equipo (19.6 puntos), a San Antonio, a cambio de 2 jugadores que no contaban para el proyecto (Oberto y Bowen), y un veteranazo como Kurt Thomas que finalmente se quedó para reforzar el juego interior. Un negocio para aligerar salarios.

Con serios rumores sobre la posible marcha de la franquicia de la ciudad si no se construye un nuevo pabellón, sin Jefferson, con un Bogut que por culpa de sus dolores de espalda apenas pudo jugar 36 partidos, con Michael Redd recuperándose de una gravísima lesión de rodilla, con una elección en el Draft (Brandon Jennings), que creaba un mar dudas, y unas incorporaciones que se limitaban a los pocos lustrosos nombres de Warrick y Delfino, el panorama era desalentador por Milwaukee.


Pero... Oh, sorpresa!!!.
En una nueva muestra de lo maravilloso que puede llegar a ser el deporte en general, y el baloncesto en particular, la calabaza se convirtió en carroza, la patito feo ha resultado ser cisne, y los Bucks están siendo una de las sensaciones de la temporada.
Scott Skiles, en su 10ª campaña como entrenador jefe (3 en Phoenix, 5 en Chicago y 2 en Milwaukee), ha conseguido mezclar todas sus piezas, y está logrando que todos los instrumentos suenen de manera melódica.

Vamos, que está exprimiendo al máximo a cada uno de sus jugadores, y éstos están respondiendo inmejorablemente.

Iniciaron la temporada de manera fulgurante, coqueteando con las primeras posiciones del Este, y ocupando portadas, gracias a las exhibiciones, noche sí y noche también, de su sensacional rookie, que tuvo como punto culminante el partido ante los Golden State Warriors el día 14 de noviembre, en el que este pequeño base con espíritu de jugón se fue hasta los 55 puntos.

Lógicamente, con el paso de los partidos, fuero bajando el nivel, pero siempre manteniéndose entre los ocho primeros de su Conferencia, lo que valía un puesto para la post-temporada (desde la 2005-06 no la juegan).

Con Brandon Jennings al mando de las operaciones, con un Bogut haciendo su mejor temporada, con Carlos Delfino recuperado para la causa tras su experiencia rusa, con Ilyasova volviendo a casa tras su etapa en Barcelona, y con Bell, Ridnour y Thomas poniendo las gotas de veteranía necesarias, pocos recordaban tras un mes de competición, que éste era uno de los equipos cenicienta antes de subirse el telón.

Diciembre fue malo, acumulando 11 derrotas por sólo 3 victorias, y creando las primeras dudas, pero reaccionaron bien con el nuevo año, y en enero volvieron a la senda de las victorias (8-7).

Durante el primer mes del año, sufrieron el duro golpe de ver como Michael Redd, su líder, su All Star, el hombre con más años en el equipo y el que disfruta de un contrato más alto, volvía a destrozarse la rodilla. Pese a que no había logrado recuperarse al 100% de su anterior lesión, su baja debía notarse.

Pero desde las altas esferas de la franquicia reaccionaron ipso facto (y aquí es cuando hay que hablar muy bien de la labor de John Hammond, aspirante al GM del año), y ficharon al agente libre Jerry Stackhouse para reforzar esa posición de escolta, nada más lesionarse Redd.

No contento con ello, consiguió al límite del cierre del mercado en febrero, al escolta-alero de los Chicago Bulls, John Salmons, (a cambio de un Warrick que será agente libre en verano), para añadir una pieza más al puzzle y darle al equipo un salto de calidad definitivo.

Con Jennings, Salmons, Delfino, Mbah a Moute y Bogut como titulares, y Ridnour, Bell, Stackhouse, Ilyasova y Thomas como segundad unidad, los Bucks vuelven a estar de moda, y vuelven a dejarnos a todos con la boca abierta, gracias a una espectacular racha de 15 victorias en 17 partidos jugados entre febrero y marzo, que les ha vuelto a colocar en una envidiada 5ª posición del Este, sólo por detrás de los 4 grandes (Cavs, Magic, Celtics y Hawks).
No es que los Bucks comanden la rebelión de los modestos, es que son el eslabón perdido entre la élite y la mediocridad en su Conferencia.

Y lo mejor de todo es que dan verdadero pavor a cualquiera de los 4 gallitos que se pueda cruzar con ellos en la 1ª ronda. Atlanta y Boston luchan entre sí por evitar ser cuartos, lo que te condena a cruzarte con los todopoderosos Cavaliers en semifinales de Conferencia... siempre y cuando hayas sido capaz de tumbar a unos Bucks que van a vender cara su piel y que pelearán con el cuchillo entre los dientes cada partido de la eliminatoria, sea quién sea su rival.

Esta metamorfosis, en un equipo que vagaba por la parte baja del Este hace apenas 1 año, se debe sin duda, al trabajo bien hecho de todos los componentes de la familia buck.
Desde el propietario (Herb Kohl), pasando por el General Manager, los jugadores, una afición entregada, y por supuesto por un entrenador, Scott Skiles, que en plena madurez como técnico ha sabido dar con la tecla adecuada, está sabiendo obtener lo mejor de cada uno de sus jugadores, y no le dolieron prendas al dejar su destino en manos de un díscolo -pero talentoso- rookie, que llegaba de pegársela en Italia, pero que en su temporada de estreno está demostrando estar más que capacitado para éste, y cualquier reto que se le encomiende.

Muchos equipos, abonados durante años y años a las últimas posiciones de la clasificación, deberían de tomar el ejemplo de los Milwaukee Bucks, para darse cuenta que no es imprescindible contar con una súper estrella para poder volar alto.

Basta con disfrutar de un grupo de jugadores compacto, homogéneo y que crean ciegamente en su entrenador, para que los resultados acaben por llegar, más pronto que tarde.
-decicado al corrpuptionado y al testaperro, verdaderos seguidores de la filosofía Skiles-